El Sueño.

Flor de Ferocactus latispinus.
Flor de Ferocactus latispinus.

Visitar el hábitat de una determinada suculenta es como un sueño, puedes verla, tocarla, pero recuerda que al despertar no puedes traerte nada.

Todo admite matices, pero no todo vale. Por desgracia somos minoría los que opinamos que es mejor no tener una planta si eso es lo mejor para la especie.

También hay quien con razón alega que la única forma de eliminar la presión sobre una especie, especialmente sobre las recién descubiertas, es reproducirlas masivamente y divulgarlas, de forma que todo el mundo pueda tenerla a tan bajo precio que a nadie se le ocurra ir al hábitat a expoliarla.

Quizás tendríamos que ser capaces de preguntarnos:

  • ¿Existen alternativas que no impliquen extraer el material de la naturaleza? ¿Otras fuentes?
  • ¿Qué impacto tiene el material que extraemos de la naturaleza sobre la especie en cuestión y sobre el hábitat en su conjunto?.
  • ¿Tenemos un plan real de reproducción y divulgación del la especie?
  • ¿Estamos realmente cualificados y equipados para que el impacto sobre la especie sea positivo?
  • ¿Existen otras entidades que ya estén trabajando en esa población en concreto y que ya cubran la necesidad?
  • Otra gran pregunta es por qué los jardines botánicos públicos no cubren esta función, que por otra parte sería su mejor utilidad.

Si somos capaces de responder sinceramente a estas preguntas, casi con total seguridad veremos que nuestro expolio más daña que aporta.

Otro caso más dramático, masivo e injustificable es el de la explotación comercial de poblaciones silvestres no regenerables o de lenta regeneración. En un extremo tendríamos la recolección de pequeñas cantidades de semillas, pequeños esquejes, ejemplares jóvenes,  y todo ello con moderación y finalidad reproductiva. En el extremo contrario tendríamos la recolección industrial de ejemplares, especialmente adultos para su venta o la elaboración de productos, como es el caso del acitrón, que se elabora con Echinocactus platyacanthus, normalmente tomados del campo.

De todas formas la mayor amenaza, para las especies amenazadas sigue siendo la falta de cuidado. Salvo casos muy especiales de plantas con gran valor y relativamente escasas, la mayoría de las poblaciones en retroceso lo son por el cambio de uso del terreno, la explotación minera, la contaminación, el fuego, los pesticidas, el cambio del clima…

¿Y qué puedes hacer tu?

Pues mucho, si como es mi caso vives a miles de kilómetros del lugar de origen de tus plantas favoritas, o no dispones  ni de los medios ni de la cualificación necesarias para reproducirlas con las garantías de pureza necesarias. Siempre puedes reproducir las plantas que tienes y repartirlas entre otros aficionados, facilitando así que las plantas que más te gusten a ti concretamente sean más fáciles de conseguir y más conocidas. El objetivo es aportar al mundo más plantas de las que consumimos.  Por desgracia somos pocos los que lo hacemos.

Si por el contrario compras u obtienes de cualquier otra forma plantas que te limitas a consumir, a tenerlas en casa hasta su muerte y a no reproducir nada, lamento decirte que no aportas nada a la supervivencia de las especies, al contrario, un depredador más. Este es el caso de casi la totalidad de los jardines botánicos, especialmente los pagados con dinero público, que se limitan a comprar, pero que en muy raras ocasiones están dispuestos a reproducir, intercambiar, donar.  En definitiva, a ser un reservorio de las especies al servicio de la comunidad.

 

 

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