Yo no le deseo mal de amores casi a nadie, pero estaremos de acuerdo en que el que ha hecho esto en este pobre Kalanchoe de Benalmádena por lo menos un buen dolor de muelas merece.
Sin pretender ser un consejero sentimental, alguien que hace esta salvajada no parece la persona más sensible del mundo ni creo que trate mucho mejor a su pareja. Incluso puede que pronto pretenda tatuarle su nombre vete a saber donde…. pero eso es asunto de cada cual.
Esta moda, cada vez más extendida, que afecta a casi cualquier jardín público y a numerosos parajes naturales, supone un problema real, cualquier impresentable puede mutilar en cuestión de segundos plantas que como en la de la fotografía tardarán años en quedar de nuevo limpias, o como en la mayoría de los cactus, no quedarán limpias jamás.
Este tipo de daños no son una fatalidad ni un accidente, y por supuesto no son inevitables. Tampoco son cosas de niños ni cosas del amor. Son un acto de maldad, tienen un culpable claro y pueden ser cuantificados económicamente. ¿Sería aceptable que alguien pintase un cuadro de un museo?
¿Soluciones? pues fácil, cámaras de vigilancia, sanciones ejemplares, prohibición de entrada futura en las instalaciones y sobre todo dinero, que el que lo haga lo pague.
¿Cual es el coste real de estas mutilaciones? En eso tenemos el enemigo en nosotros mismos. Cuando nos dañan una planta siempre tendemos a valorarla al precio que nos costó, con independencia del tiempo que la hemos cultivado, pensamos en el mejor de los casos que poner un ejemplar joven de la misma planta y esperar que crezca es una compensación adecuada.
En realidad el coste que tendríamos que reclamar al asaltante es lo que costaría una planta de las mismas características, el coste de transporte y colocación in situ, todo el personal implicado en la operación y el lucro cesante de tener esa sección cerrada el tiempo que haga falta. si aplicamos esta sencilla regla pasaremos de encontrarnos con un coste de unas decenas o cientos de euros que nuca se reclama, a un coste más realista de miles de euros que es lo que tendría que pagar quien tan alegremente mutila nuestras plantas. Otro caso frecuente es el daño en piedras u otros mobiliarios. todos ellos pueden ser reparados si hace falta por un restaurador. Es cuestión de dinero y siempre hay un culpable.
Dejemos de ver como trivial lo que en realidad es una canallada.
Un artículo muy cierto y desagradable que exista gente así, comparto. Un saludo desde Plantukis
Totalmente de acuerdo Jesus
Hay envidiosos de cuando parió este mundo y malas personas. Lo siento por tu Kalanchoe Bejarensis o el gorro de Napoleón. Además, que cuesta a tenerlo hermoso y grande, debe pasar unos 4 o 5 años buenos, para no decir más. Pues yo no entro desde 2020, cuando me quemaron el vivero, precisamente cunado, fuimos confinados; con más de 600 cactus distintos, uno de otro y otras 1000 plantas, diferentes que no son precisamente los Cactus…